La nubes del atardecer son como una fotocopia de las nubes de la mañana
Una indescrifrable transcripción
De letanías mal contorneadas
No hay consuelo, según parece, sólo luz.
Mas allá de nuestra mancha negra
los Boeings cruzan estelas de condensación
La imaginación es simplemente la puerta
Todo lo que podemos hacer es golpear fuerte
Y esperar a que algo la abra
Alrededor de las esquinas del mundo
Estrofas tristes enlazan
los eslabones del primer gran poema. No hay segundo.
La holgazanería nos ancla.
Nada cumplido, nada que hayamos cobrado
Estamos posados como zapateros de agua sobre las estrellas de segunda mano
Tenemos un gusto por lo indegustable
La radiante raíz de las cosas
Y la parte no imaginaria de lo que es inimaginable
Esperamos entre los adioses y los holas
De pie sobre una sola pierna, silbando una melodía apenas recordada.
Compases místicos, y amuletos, enchufes de dios,
Las nubes ruedan y redoblan en el cielo
permitiendo que la luz ilumine a algunos, recibiéndola de otros.